El Origen de los Azulejos en Portugal
Azulejo es la palabra portuguesa para un azulejo de cerámica cuadrado con un lado decorado y vidriado. Su uso es común en otros países como España, Italia, Holanda, Turquía y Marruecos, sin embargo en Portugal es un caso único por su plena intersección en el diálogo entre arquitectura y decoración. Apareció hace más de quinientos años, influenciado por la cultura oriental que decoraba las paredes de palacios y espacios sagrados con mosaicos. A finales del siglo XV se inicia la ornamentación con los primeros ejemplares procedentes de Sevilla, en los muros de los espacios de corte y clero en Portugal. En 1560, apareció el primer taller de cerámica en Lisboa, iniciando así la historia de los azulejos portugueses.
El caso de los azulejos portugueses
Esta es una técnica que evoluciona con los tiempos, necesidades y movimientos artísticos, estableciendo constantemente una intersección con otras artes. Según el lugar, los temas elegidos variaban, siendo los principales episodios históricos, religiosos, mitológicos y, en ocasiones, escenas cotidianas y campañas militares. Con el Renacimiento aumenta la calidad y cantidad de la producción y los artistas comienzan a afirmarse como tales, comenzando a firmar sus obras, tanto en pintura como en artes decorativas. Ya en la época barroca, en el reinado de D. João V (1706-1750), los azulejos se envolvían con tallas, con el fin de cubrir completamente una superficie. En el siglo XVIII, con la gran apertura de los mercados en Oriente y la exploración en África y América, la burguesía europea logró poseer bienes preciosos y decorar sus casas según el estilo de la época. Así, el azulejo antes exclusivo de las clases adineradas pasó a cubrir casas y jardines burgueses.
Tras el terremoto de 1755, la necesidad de reconstruir Lisboa impuso un nuevo ritmo en la producción de azulejos estampados. De esta forma, se aplicaron técnicas industriales y artesanales para decorar los nuevos edificios, en una especie de horror al vacío. También en las colonias portuguesas, como Brasil, se utilizó el arte del azulejo en las fachadas de los edificios. En la segunda mitad del siglo XIX, las tejas estándar, de menor costo, se convirtieron en un elemento fundamental en las fachadas portuguesas, dando una identidad urbana de norte a sur de Portugal.
azulejos de Júlio Pomar Es Siza Vieira
El giro del arte moderno al contemporáneo
Entre los diversos aspectos que caracterizan la cultura artística portuguesa, el azulejo ha asumido un papel destacado como una de las artes que mejor identifica la herencia portuguesa. En la transición del siglo XIX al siglo XX, Bordalo Pinheiro produjo azulejos Art Nouveau en la Fábrica de Faianças en Caldas da Rainha, y en 1937, Paolo Ferreira presentó un panel compuesto por azulejos integrados en la arquitectura moderna, en el Pabellón de Portugal. en la Exposición Internacional de París. Sin embargo, la gran revitalización de los azulejos en esta época llegó con Jorge Barradas, quien modernizó su aplicación arquitectónica, inspirando así a los jóvenes artistas de la posguerra.
En la segunda parte del siglo XX, artistas como María Helena Vieira da Silva, Júlio Pomar, Manuel Cargaleiro, Sá Nogueira Es eduardo nery fueron invitados a revestir con azulejos las paredes de las nuevas estaciones del Metropolitano de Lisboa. Posteriormente, con la apertura de nuevas sucursales, se encargaron nuevas obras a artistas como Júlio Resende, Querubines Lapa, Menez, Cecilia de Sousa, Martins Correia, Joaquín Rodrigo, Jorge Martín, Costa Pinheiro, Graça Pereira Coutinho, Zao-Wo-Ki, Sean Scully y Hundertwasser.En la Expo 98, artistas como Pedro Cabrita Reyes, Pedro Casqueiro, lda David y Fernanda Fragateiro recuperaron en sus obras la tradición del revestimiento cerámico. En las últimas décadas, las ediciones numeradas de baldosas individuales, diseñadas por artistas y reproducidas en fábricas, han tenido bastante éxito. Ejemplos son las producciones creadas en la fábrica Viúva Lamego y Ratton Cerâmicas, Sirena ahogando a una niña en Paula Rego, Dibujos de Júlio Pomar y el arquitecto Siza Vieira, entre otros artistas.
Sirena ahogando a una niña en Paula Rego
La tradición del azulejo
A lo largo de más de cinco siglos, el azulejo ha sido una técnica continua y diversa aplicada en arquitectura de diferentes formas, adaptándose a las exigencias de cada época. Su singularidad es evidente frente a las tejas de otros países, siendo un fenómeno nacional que ayuda a construir la memoria colectiva del país incluso de manera inconsciente. Artistas contemporáneos han aplicado la tradición del azulejo, con el fin de ponerla en valor y preservarla, además de ofrecer una nueva lectura conceptual y estética de esta técnica ancestral. Estas placas cuadradas que se encuentran en la mayoría de los edificios portugueses cuentan la historia de la cerámica en este país, asumiendo así su gran papel en la creación artística. En conclusión, el azulejo, ya sea por la longevidad de su uso o por el modo de aplicación en el interior y en el exterior, se ha convertido en el principal protagonista de la identidad de la arquitectura portuguesa.