¿Quién fue María Helena? Vieira da Silva?
A lo largo del siglo XX, la vida de muchos artistas contemporáneos se caracterizó por el intercambio cultural, el intelectualismo, la innovación, la experimentación, los viajes por Europa y el fervor artístico. El pintor María Helena Vieira da Silva Participó de este ambiente, aunque su vida y obra tuvieron matices únicos e intransferibles.
A pesar de la claridad de las influencias artísticas que Vieira da Silva Recibido, como el cubismo, la abstracción, el tachismo o el surrealismo, su obra sigue siendo un conjunto estilístico ciertamente inclasificable. Pese a ello, alineándonos con las críticas generales, diremos que Vieira da Silva Fue, sobre todo, un gran abstraccionista.
Orígenes de Vieira da Silva
Nació en 1908 en el seno de una familia acostumbrada a viajar, especialmente por Europa. Desde joven visitó países clave como Italia, Inglaterra o Francia, siendo este último uno de los más importantes de futuro. El camino que lleva Vieira da Silva convertirse en un "pintor de recuerdos obsesivo" y un "tejedor de hilos de luz", como lo llaman algunos medios, comienza con dos hechos fundamentales: la pérdida de su padre a la edad de dos años y su educación en las artes y la música desde su infancia.
Inició su formación artística en la Escuela de Bellas Artes de Lisboa, donde nació, finalizándola en 1928 y trasladando su residencia a París, obteniendo la doble nacionalidad. En aquella época, París era la capital del mundo del arte contemporáneo, en pleno período de entreguerras, y seguramente se sintió atraída por la novedad y el entusiasmo artístico del momento.
Vieira da Silva se identifica comúnmente con la Escuela de París, que el crítico de arte André Warnod describe como una "comunidad internacional de artistas extranjeros que residen en París cuyas creaciones no se adhieren a ningún ismo". Se estima que en esta época París albergaba veinte salas de arte independientes y un centenar de galerías de arte, lo que, sin duda, se tradujo en una oportunidad para Vieira da Silva. Tras unos primeros pasos como escultor en la Academia de Grande-Chaumiere y en el artista Bourdelle, Vieira da Silva Decidió el género de la pintura. Asistió a las clases del cubista Fernand. Léger y conoció al grabador Stanley William Hayter, el más prestigioso de todo el siglo XX.
Alrededor de la década de 1930, Vieira da Silva absorbió la influencia de la expresión abstracta del grupo Círculo y Cuadrado (Cercle et Carré) habiendo experimentado ya otras influencias como las del fauvista Otho Friesz o el cubista Charles Dufresne, cuyos ecos resuenan en su obra. Con inspiraciones similares, la mirada íntima de Vieira da Silva, que vale la pena explorar, rápidamente conquistó el mundo.
la mirada de Vieira da Silva
Tu mirada, o mejor dicho, el recuerdo de Vieira da Silva Se esconde un espíritu afectuoso bajo los patrones compuestos de sus lienzos que acaban triunfando más pronto que tarde. Jeanne Bucher, propietaria de la Galería Jeanne Bucher, expone por primera vez Vieira da Silva en 1933, realizando la primera adquisición de su obra un año después.
En Vieira da Silva De alguna manera reside el fauvismo de principios de siglo, la fuerza visual y la yuxtaposición de colores planos lo dejan claro. Pero carece de la aplicación de manchas representacionales "emancipadas" y de la "ira" intrínseca del fauvismo, aunque tampoco la necesita. Su lección más importante probablemente la dio Cézanne, el “pintor de pintores” con quien Vieira da Silva aprendió a ser una artista que perdura en el tiempo y a transitar la transición que supuso la pintura moderna.
El imaginario de Vieira da Silva se desarrolla en un dinamismo donde las partes del cuadro no eclipsan completamente la composición. Experimenta con una fusión de métodos abstractos y figurativos, con la aglutinación de elementos del cubismo sintético y un uso del color que recuerda al primitivismo. Pero, sobre todo, experimentó con sus propios recuerdos y su imaginación autobiográfica, y nos regala una hermosa Villa des Camèlias, un Ripolin, un eco quizás de Paul Klee en Naturaleza muerta azul de 1932.
Con la Segunda Guerra Mundial su vida dio un giro radical y tuvo que emigrar a Brasil para pasar siete fructíferos años en contacto con el pintor constructivista Joaquín Torres García, otro gran maestro. En la posguerra, su estética removió los estragos del conflicto, además de rescatar la cultura con las ciudades en ruinas, las ciudades con torres, la calle, una espiral, un enigma, las maisons, la Bibliothequè, el interior de una espiral. , en una revolución total que, pese a la ambigüedad, sintetizó la primera vanguardia del siglo.
Obras destacadas de Vieira da Silva
A nivel internacional Vieira da Silva recibió un gran reconocimiento. Un ejemplo de ello es el Premio Internacional Guggenheim, la obra para la iglesia de Saint Jacques en Reims en 1963 donde desarrolló un magnífico vitral con una fiel disposición de su habitual cromatismo ocre, el Grand Prix National des Arts de París, un galardón en la Bienal de São Paulo de 1989 o su nombramiento como miembro de la Academia Nacional de Bellas Artes de Portugal. Además, se han realizado exposiciones retrospectivas de Vieira da Silva en Alemania, Italia, Portugal, España y Francia, entre otros países. Su obra muere parcialmente con él en 1992, aunque su legado es eterno. Entre sus obras más importantes destacan algunas que nos transportan a estos ambientes de posguerra como El corredor (1950), La Gare Inondeé (1956), El juego de ajedrez (1945), des miroirs (1971), Bibliothéque en Feu ( 1974) y su propio autorretrato o Autorretrato (1942).