La Anunciación, la Natividad y la Adoración son tres de los temas más representativos y representados de la iconografía cristiana. Profundamente asociados a la imaginería navideña, han sido la inspiración de varios artistas a lo largo del tiempo, desde Giotto (1267-1337) hasta Salvador Dalí (1904-1989). Utilizando diferentes técnicas, soportes y soluciones figurativas, el espectador puede seguir no solo la evolución del lenguaje artístico, sino también la adaptación y transposición de los temas a la época y experiencias de sus creadores.
En 2002, también Paula Rego (n. 1935) abordaría estos temas en una serie de ocho lienzos encargados por el entonces presidente de la República Jorge Sampaio (n. 1939) para la capilla del Palacio de Belém. En los tres cuadros con los que inicia el Ciclo de la Vida de la Virgen María, la artista portuguesa rompe con los convencionalismos dejándonos un retrato de la madre de Cristo como mujer.
Paula Rego, EL CUENTACUENTOS
En una ruta construida entre Portugal y el Reino Unido, Paula Rego se afirma como uno de los nombres más importantes del arte contemporáneo internacional.
Su talento fue reconocido desde temprana edad, por lo que su padre, creyendo que Portugal no era tierra de mujeres, la animó a matricularse en la Slade School of Fine Art, en Londres. Fue durante el tiempo que asistió a esta institución (1952-1956) que conoció a su futuro esposo, el también pintor Victor Willing (1928-1988), protagonizando una turbulenta pasión que serviría de inspiración para algunas de las obras posteriores de la artista.
En la década de 1960 atrajo la atención de la crítica, recibiendo tanto aplausos como insultos con su primera exposición en la Sociedade Nacional de Belas Artes, en Lisboa. Su obra, entonces considerada "una novedad impactante", ya reflejaba el carácter inconformista de Paula Rego y una denuncia de la realidad oculta.
Los collages y reconstrucciones casi abstractas de este primer período artístico, donde se pueden encontrar algunas influencias de Dubuffet (1901-1985), irán dando paso gradualmente a una pintura más figurativa, que explora el potencial del gouache y el pastel.
Inspirada en los grabados que veía en los libros cuando era niña, en compañía de su padre, Paula Rego favorece la construcción narrativa en sus obras, muchas veces inspirándose en los cuentos tradicionales y de hadas. Fue con el objetivo de profundizar en este universo que, en 1976, obtuvo una beca de la Fundación Calouste Gulbenkian.
A pesar de que su producción se aleja de la exploración en torno al arte escénico y conceptual que desde la década de 1960 gana progresivamente protagonismo, Paula Rego obtuvo el reconocimiento del sistema artístico cuando fue la primera invitada a unirse, en 1990, al Associate Artist Scheme, en la National Gallery de Londres.
Las imágenes que nos lega, ofrecen - ¿qué actores en escena? - Narrativas complejas, cargadas de tensiones psicológicas y dramas, que exploran las emociones más viscerales. Su poder imaginativo e imaginario se afirmó como un grito, que revolucionó la manera de representar el amor, la sexualidad y la mujer misma.
DE LA ANUNCIACIÓN A LA ADORACIÓN
Una Virgen con un rostro joven marcado por el dolor, ángeles que se distancian de la imaginería etérea y pastores en los que reconocemos rostros de gente corriente, trasladan al lienzo la corporeidad y el carácter humano de personajes que reconocemos en tantas otras representaciones.
La Anunciación, la Natividad y la Adoración de los Pastores forman parte del Ciclo de la Vida de la Virgen María y la Pasión de Cristo, encargado a Paula Rego en febrero de 2002 por el entonces presidente de la República Portuguesa, Jorge Sampaio, durante una visita oficial al Reino Unido.
El resultado fueron ocho lienzos destinados a la capilla del Palacio de Belém - Anunciación, Presentación de la Virgen en el Templo, Natividad, Adoración de los pastores, Huida a Egipto, Senhora da Piedade, Lamentación sobre el Cuerpo de Cristo y Asunción de la Virgen-, en la que el artista ha querido resaltar la figura de María, relatando los hechos desde el punto de vista de la madre de Cristo.
Artistas de distintas geografías y cronologías encontraron, a lo largo del tiempo, distintas soluciones plásticas para representar estos temas, inspirándose tanto en los textos bíblicos como en las propias imágenes que se difundían.
En una entrevista con Richard Zimler (n. 1956), Paula Rego destaca la importancia que tuvo su trabajo en la National Gallery para la concepción de esta serie, por su aproximación y familiaridad con la iconografía cristiana.
Sin embargo,Paula Rego dota a estos personajes de rasgos portugueses, que a menudo encontramos en su obra y que se reflejan en los rostros, la ropa, los peinados, transportándonos al país de los años cuarenta o cincuenta.
La Virgen María de la Natividad, con las rodillas juntas y los pies vueltos hacia dentro, aparece como una niña tímida mirando al Ángel, representado aquí como una matrona. La posición de su mano derecha sobre el vientre, que al mismo tiempo parece sostener a un niño en brazos, es el símbolo de la buena noticia que anuncia. Sin embargo, sólo un ligero aura luminosa alrededor de las alas de María y Gabriel indica su carácter sagrado.
Sobre este cuadro diría: “Tengo cinco versiones de este cuadro, porque no aguantaba. Hice las figuras y las puse en el fondo, que parecían cuadros religiosos indios, de esos de colores muy vivos. dijo que eso era todo! color y estado de ánimo para todos los marcos ".
Por otro lado, sería la representación de la Natividad la que suscitó una mayor polémica. A los animales tradicionales y al cielo estrellado que forman el fondo, Paula Rego contrastaba la figura de María tendida en el suelo, con las piernas abiertas en el parto, apoyando la cabeza sobre las piernas del mismo Ángel de tez matrona, que ahora asiste al nacimiento de Cristo.
Sin embargo, vale la pena subrayar cuán cercana es esta iconografía a la de las mujeres que Paula Rego representado en sus obras sobre el aborto: la vida y su pérdida en una dicotomía que no deja de estar asociada al destino mismo de Cristo.
Finalmente, la Adoración de los pastores, tema que se presta a la representación pintoresca de la naturaleza y los animales, es trabajado por Paula Rego en este ciclo como un escenario cerrado, que centra la atención en los personajes. Una vez más Paula Rego utiliza la luminosidad de los colores para conferir un carácter sagrado a María y a Jesus, reforzando el contraste con los tonos oscuros que caracterizan a los tres pastores.
Al ser cuestionado sobre elementos como el tigre o la serpiente en manos de la Virgen, Paula Rego dice que se inspiró en los elementos que la rodeaban en su estudio, sin darles ninguna explicación simbólica. La presencia del reptil, sin embargo, se dice curiosa, sin olvidar ejercer un paralelismo con la idea del pecado original en el Antiguo Testamento.