Día laboral
El Día del Trabajo es este sábado 1 de mayo. La fecha simboliza el esfuerzo conjunto de los trabajadores para reducir la jornada laboral y mejorar las condiciones laborales. A lo largo de los siglos, la representación pictórica de la clase trabajadora como tema principal rara vez se ha visto en las artes visuales. Sin embargo, entre los siglos XIX y XX, por circunstancias políticas y sociales, este tema se convirtió en el foco de varios artistas.
El surgimiento del neorrealismo, con artistas como Júlio Pomar, creó una representación real de las condiciones sociales y precarias del proletariado en ese momento. Para celebrar esta fecha tan especial, analizaremos el surgimiento del movimiento neorrealista en Portugal y el impacto de las obras del artista. Júlio Pomar en la sociedad portuguesa.
alrededor del mercado por António da Silva Porto, 1986
Realismo y neorrealismo
En los siglos XIX y XX, con los movimientos artísticos del realismo y neorrealismo, se produjo una explosión en la representación pictórica de la clase trabajadora. En el realismo vemos representados, fundamentalmente, los modos de vida del trabajo en el campo y las preocupaciones de la burguesía.
En la década de 1940, debido a la situación política e ideológica internacional generada por el fin de la guerra y las expectativas del Partido Comunista, se formó un marco de referencia para algunos jóvenes pintores al inicio de su carrera. Surgió así el movimiento artístico neorrealismo, que retoma la actitud estética y social del realismo del siglo XIX, demostrando al mismo tiempo las nuevas preocupaciones del siglo XX.
Cortacésped en Júlio Pomar, 1945
Neorrealismo en PortugalEl neorrealismo es un movimiento presente en diversos campos como las artes visuales, la literatura, el cine y el teatro. Debido a las teorías marxistas del materialismo histórico y dialéctico difundidas en los círculos políticos e intelectuales portugueses, alrededor de la década de 1930, este movimiento cultural comenzó a desarrollarse en la literatura. Un ejemplo de esto es la publicación de revistas como El diablo, Sol naciente, Seara Nova y la revista Vértice.
En las artes plásticas, el neorrealismo floreció en los primeros meses de 1945 y a finales de 1947, principalmente con la aparición de una nueva generación de artistas de líneas ideológicas convergentes con el Estado Novo, que apostaron por la intervención social a través del arte. Las nuevas condiciones políticas dieron a esta nueva generación la oportunidad de demostrar su trabajo en salones colectivos y en la prensa. A lo largo de 1945 se publicó el suplemento “Arte”; Entre 1946 y 1956 se realizaron las “Exposiciones Generales de Bellas Artes”.
Este nuevo movimiento sigue las líneas del realismo, pero abandona la representación de la burguesía, defendiendo un “arte útil” que se centra intensamente en los problemas sociales y la vida de los trabajadores. Entre forma y contenido, los temas del proletariado y su condición económica adquirieron una valorización mística y ritualizada, a través de un dramático contraste entre luces y sombras, acentuando el sufrimiento de rostros, pies y manos. Estas pinturas se convirtieron en iconos del deseo de luchar contra la explotación social.
Marzo en Júlio Pomar, 1946
El caso de Júlio Pomar en el neorrealismo portugués
Uno de los artistas que destaca en este movimiento es Júlio Pomar, con los primeros años de producción artística enteramente vinculados a la afirmación del neorrealismo. El artista nació en Lisboa, en el año del golpe militar que impuso la dictadura (1926) y fue introducido en el mundo artístico siendo un niño por un amigo de la familia que era escultor. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de Lisboa durante dos años, pero en 1944 se trasladó a la Escuela de Bellas Artes de Oporto. Asumió prematuramente su oposición al régimen actual, colaborando con la juventud comunista a partir de 1945.
El almuerzo de Trolha en Júlio Pomar, 1946-1950
Júlio Pomar marcó el movimiento neorrealista en Portugal con la pintura El almuerzo de Trolha, retratando la condición socialmente precaria de esa época. Esta obra, reproducida en varios periódicos, presenta la comida de tres figuras: la trolha, la mujer y el hijo. En un juego entre la luz y la oscuridad, el color se siente dramáticamente, describiendo este tema de manera dura. Se acentúa la anatomía de los pies y manos del trabajador, ya que son el medio de trabajo, supervivencia y lucha. Involucrando a las figuras, el pintor representa los objetos del arduo trabajo de esta paleta para contextualizar al espectador del espacio.Esta obra se distingue por la composición geométrica, que se extiende a la construcción de figuras y deformaciones expresivas. Con una composición fuerte y textural, también registra una cierta adaptación expresionista y poscubista, evidente en la organización del espacio y la relación figura-fondo.
Otras obras como Cortacésped (1945), Marzo (1946) o Resistencia (1947) transforman figuras anónimas del mundo laboral en héroes de una manera extraordinaria e intensamente poética. Los cuerpos, deformes y con una dimensión casi escultórica, amenazan con avanzar hacia el espectador para un ajuste de cuentas ético. Llenando completamente el lienzo, los valores simbólicos del gesto de trabajo, lucha y fuerza sobrehumana se refuerzan a través del color. Para la historia portuguesa, las pinturas de Júlio Pomar de este período son fundamentales por su dinamismo pictórico y por haber alimentado la esperanza de una transformación progresiva de la sociedad, estimulando posteriormente la caída de la dictadura fascista.